La Habana (PL) Después de un último adiós, las cenizas del reconocido científico británico Stephen Hawking (1942-2018) serán colocadas cerca de la tumba de Isaac Newton y de Charles Darwin en la Abadía de Westminster.
La monumental construcción, donde descansan o son recordadas más de tres mil personalidades del Reino Unido y el mundo, acogerá desde el 15 de junio a quien dedicó su vida a descubrir el origen del universo y revolucionó la Física con sus teorías del espacio-tiempo, el big bang y los agujeros negros.
En la capital británica, miles de personas podrán despedir al destacado astrofísico, quien falleció el 14 de marzo, a los 76 años de edad, luego de décadas de investigaciones e importantes descubrimientos.
Dos meses después de su funeral en la iglesia de Santa María la Grande, en la ciudad de Cambridge, el hombre que desafió los pronósticos médicos y transformó el conocimiento desde una silla de ruedas recibirá uno de los mayores honores concedidos por su país.
Pese a la contradicción que ello implica, el ateo que consideró incompatibles la religión y la ciencia descansará en un templo de gran relevancia para el cristianismo.
Más que propiciar debates sobre un tema tan antiguo como el hombre mismo -el origen de la vida y las cosas, la oposición entre razón y fe -, la decisión de otorgar a Hawking un lugar en Westminster está relacionada con el valor de su obra y el de la edificación.
Según el reverendo John Hall, es totalmente apropiado que los restos del profesor sean trasladados a la abadía, al lado de otros distinguidos científicos.
«Newton fue enterrado aquí en 1727 y Darwin en 1882. Otros estudiosos de renombre son honrados también. Los últimos científicos traídos a este lugar son Ernest Rutherford y Joseph John Thomson, en 1937 y 1940, respectivamente», señaló.
Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987, la llamada parroquia del mundo es considerada un santuario del conocimiento, el arte, la innovación y la historia.
Ubicada cerca de la sede del parlamento británico, la Iglesia colegiata de San Pedro de Westminster tiene sus orígenes en un monasterio benedictino del año 960.
A mediados del siglo XI, el rey Eduardo el Confesor ordenó su reforma y ampliación para la creación de un templo en honor a San Pedro el Apóstol, pero, desafortunadamente, el proyecto no fue inaugurado hasta finales de 1065, cuando su impulsor se encontraba muy enfermo y una parte de la edificación se convirtió en su tumba poco después.
En el siglo XIII, el rey Enrique III decidió reconstruir la instalación bajo los preceptos del estilo gótico y ordenó la creación de un gran lugar de culto, pero también de un espacio para la coronación y entierro de monarcas.
La iglesia fue consagrada el 13 de octubre de 1269, pero Enrique también falleció antes de que la obra fuera terminada. Sus restos descansan cerca de los de Eduardo el Confesor.
Desde entonces, la abadía ha sido testigo de la ceremonia de toma de poder de 38 monarcas y la silla de coronación permanece allí desde finales del siglo XIII.
Además de acoger 16 bodas reales y numerosos servicios religiosos, entre ellos el funeral de la princesa Diana de Gales en 1997, la iglesia resguarda unos 600 monumentos y murales y los restos de cientos de personas.
La tradición de celebrar uniones matrimoniales se remonta a 1100 cuando Enrique primero se casó con la princesa Matilda de Escocia.
La más reciente ceremonia de ese tipo tuvo lugar en abril de 2011 y fue la del príncipe Guillermo (hijo mayor de Diana y nieto de la reina Isabel II) y Catherine Middleton.
Entre las figuras enterradas allí se encuentran varios miembros de la realeza, entre ellos Isabel I, María de Escocia, Jacobo I, Ana de Dinamarca y Eduardo VI, entre otros.
También están el científico Jon Windebank, el escritor e historiador William Camden, el dramaturgo John Gay, el médico, explorador y misionero David Livingstone, el músico y compositor John Parsons, los poetas Edmund Spenser y Alfred Tennyson y los actores David Garrick, Henry Irving y Laurence Olivier.
Una de las tumbas más visitadas es la del soldado desconocido, creada en 1920 para rendir tributo a quienes combatieron en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y a aquellos que dieron sus vidas en conflictos posteriores.
«Lo enterraron entre reyes porque había hecho bien para con Dios y su casa», reza un fragmento del epitafio en referencia a un texto bíblico.
Pese a no encontrarse allí, cuentan con un monumento o placa conmemorativa figuras como los escritores Oscar Wilde, Jane Austen, Charlotte, Anne y Emily Bronte, William Shakespeare, el físico Michael Faraday y Diana de Gales.
Sobre una de las puertas principales se encuentran estatuas de 10 mártires del siglo XX, entre ellos el estadounidense Martin Luther King Jr y el salvadoreño Oscar Arnulfo Romero.
Además de resguardar y honrar a hombres y mujeres que trascendieron a su época y país, la construcción es considerada una joya de la arquitectura gótica, posee la bóveda de ese estilo más alta de Inglaterra (31 metros) y contiene valiosas obras pictóricas, escultóricas, del ámbito textil y otros.
También cuenta con una amplia colección de documentos, fotos y libros, de diferentes años y momentos históricos. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los objetos inamovibles y las tumbas fueron protegidos con miles de bolsas de arena, en tanto tapices, estatuas y archivos fueron trasladados a otras instalaciones.
En la actualidad, además de ser uno de los sitios de mayor interés turístico de Londres y atesorar gran parte de la historia del Reino Unido, la abadía es un lugar de culto activo, con programas diarios para la oración y el arte que incluyen la celebración de ceremonias en aniversarios y eventos especiales.
El próximo 22 de junio, por ejemplo, se conmemorarán los 70 años de la llegada del primer grupo de migrantes caribeños pertenecientes a la llamada generación Windrush, quienes arribaron a territorio británico para cubrir la falta de mano de obra en 1948, se establecieron en esa nación y ayudaron a su reconstrucción tras la guerra.
Símbolo de la comunidad anglicana, del Reino Unido, la Europa medieval y el mundo, la iglesia de Westminster es más que un templo y un sitio de gran relevancia cultural.
Genios y líderes, creyentes y ateos, seguidores y detractores de las leyes de Dios y de los hombres, reyes y grandes sin títulos, políticos y artistas, yacen allí y son recordados por sus hazañas y aportes al desarrollo de la humanidad.
Hombres y mujeres que hicieron historia son inmortalizados en las instalaciones de la imponente construcción que ha superado siglos de conquistas, desastres, conflictos y progreso.
Abadía de Westminster, un santuario de arte, conocimiento e historia
Por Glenda Arcia